Tiroidectomía (Cirugía de la glándula tiroides)

La tiroidectomía es el nombre que recibe la resección parcial o total de la glándula tiroides. Gracias al avance tecnológico es una técnica quirúrgica que ha ido evolucionando a pasos agigantados en la última década.

¿Qué es la glándula tiroides y cuál es su función?

La glándula tiroides hace parte del sistema endocrino. Es un órgano con forma de mariposa ubicado en la parte anterior de nuestro cuello. Tiene como función producir y secretar hormonas implicadas en el metabolismo, regulando muchas de nuestras funciones vitales como son:

Tiroidectomía

  • La respiración
  • La frecuencia cardiaca
  • El peso corporal
  • El ciclo menstrual
  • La temperatura corporal
  • Los niveles de colesterol

Por tanto, una vez practicada una tiroidectomía precisará tomar  hormona tiroidea de por vida.

¿Cuándo está indicado realizar una tiroidectomía?

La tiroidectomía está indicada tanto en procesos benignos como malignos.

Dentro de los procesos benignos destacan aquellos casos de pacientes con bocios sintomáticos (glándulas tiroides aumentadas de tamaño). Los principales síntomas de los bocios (según el tamaño) son los síntomas compresivos: dificultad para tragar los alimentos, dificultad para respirar y disfonía.

Otra indicación para tiroidectomía en los casos de bocio es el componente estético, ya que una masa de gran tamaño en la parte anterior del cuello puede llegar a ser muy llamativa. Finalmente, otra indicación para tiroidectomía son patologías como le Enfermedad de Graves o el Hipertiroidismo refractarias a tratamiento médico.

En los casos de cáncer de tiroides, el tratamiento quirúrgico va a depender del diagnóstico histológico previo a la cirugía, realizado normalmente por una punción aspiración con aguja fina (PAAF).

Si el resultado de la PAAF es compatible con un carcinoma papilar o carcinoma medular, está indicada una tiroidectomía total. Si se encontraran células de Hürthle o células de neoplasia folicular se indicará una hemitiroidectomía (resección solo del lado donde está el nódulo patológico) y si finalmente se confirma la presencia de células malignas precisará entonces completar una tiroidectomía total.

¿Cómo se realiza una tiroidectomía?

Tanto la hemitiroidectomía como la tiroidectomía total, es una cirugía que se realiza bajo anestesia general.

Hoy en día se puede realizar esta cirugía mediante un abordaje abierto lo cual conlleva una pequeña incisión en la parte anterior del cuello o mediante un abordaje mínimamente invasivo con cirugía endoscópica y cirugía asistida por robot.

En dicho caso la glándula es extraída a través de una incisión en la axila o una incisión en la parte más alta del cuello donde se puede camuflar la herida mucho mejor.

De cualquier forma, el objetivo será retirar la glándula de su lecho, asegurar un control del sangrado, y preservar la función de las glándulas paratiroides. Éstas están ubicadas en la cara posterior y en estrecha relación con la glándula tiroides y su principal función es regular el metabolismo del calcio.

Por último y no menos importante, será identificar y preservar (siempre que se pueda) la integridad del nervio laríngeo recurrente, ubicado en la cara posterior de la glándula tiroides y cuya función es inervar la musculatura intrínseca de la laringe.

Hoy en día contamos con tecnologías como la monitorización intraoperatoria del nervio recurrente, que si bien no ha demostrado que disminuya el riesgo de lesión del nervio, tiene su principal valor en evitar mayores complicaciones.

¿Cuáles son las posibles complicaciones de una tiroidectomía?

La tiroidectomía puede tener las siguientes complicaciones:

Hipocalcemia como consecuencia del compromiso de las glándulas paratiroides:  afortunadamente la mayoría de estas hipocalcemias son transitorias. Se estima que pueden estar presentes hasta en un 50% de los casos. Una hipocalcemia permanente se da solo en 0,5-2% de los casos.

Los síntomas clásicos de una hipocalcemia postoperatoria son el entumecimiento y el hormigueo de las extremidades y la zona perioral con   la presencia de signos clínicos como el Chvostek y el Trousseau. En los casos más severos el paciente puede experimentar tetania, cambios en el electrocardiograma y hasta convulsiones. Estos síntomas remiten en la medida que se administra calcio que según sea el caso se dará vía oral o vía intravenosa.

Lesión del nervio laríngeo recurrente: puede generar disminución en la movilidad o parálisis de las cuerdas vocales, lo cual se manifiesta como disfonía y atragantamientos frecuentes. En los casos de compromiso bilateral, también puede presentarse dificultad respiratoria. Estas parálisis en su mayoría son transitorias y sólo un 2% de las parálisis son permanente en manos expertas.

Lesión del nervio laríngeo superior: suele ser asintomática pero cuando da síntomas puede manifestarse como fatiga vocal, afectando principalmente a los profesionales de la voz, como los cantantes, al no poder llegar tan fácilmente a notas altas.

Hematoma cervical: es una complicación rara, pero muy peligrosa, tras una tiroidectomía. Se estima que ocurre en 1% de los casos y se ocasiona por falta de una correcta hemostasia o por trastornos de la coagulación.

Infección: las tasas de infección tras una tiroidectomía hay disminuido mucho con el paso de los años gracias a la mejora en la tecnología y las técnicas de asepsia prequirúrgica. Esta complicación está presente en 1 a 2% de los casos.

Cuidados postquirúrgicos tras una tiroidectomía

Tras una tiroidectomía el paciente permanecerá ingresado como mínimo 24h. En los casos de tiroidectomía total se llevará a cabo una monitorización de los niveles de calcio en sangre o en algunos centros usan los niveles de PTH (hormona paratiroidea) para predecir el riesgo de hipocalcemia.

Una vez en casa se recomendarán cuidados de la herida como son la limpieza diaria, mantenerla seca y protegerla del sol hasta un año tras la intervención para favorecer una mejor cicatrización.

Es normal presentar una ligera inflamación en el cuello al igual que sensación de tirantez al tragar. Estas molestias mejoraran con el tiempo.

Finalmente el paciente precisará controles posteriores de los niveles de la hormona tiroidea para poder ajustar la dosis de la hormona sustitutiva según la necesidad. En los casos de cáncer de tiroides precisarán un seguimiento más estricto para detectar precozmente recurrencias.