Alteraciones del olfato

Introducción

Históricamente los trastornos del sentido del olfato y del gusto han sido poco tenidos en cuenta, debido en parte a la falta de conocimiento y entendimiento de su complejo funcionamiento, y en parte porque se consideraba que no conllevaban implicaciones graves en la salud.

Las alteraciones del olfato están presentes en un 14% de la población y se sabe que su incidencia aumenta con la edad, ya que a partir de los 40 años aproximadamente existe un deterioro de las neuronas sensoriales olfatorias. A su vez, el 80% de los trastornos del gusto son secundarios a déficits olfativos.

Padecer una alteración en el olfato y/o en el gusto puede tener graves consecuencias a nivel nutricional, puede llevar al aislamiento social y afectar psicológicamente a quien lo padece, e incluso puede ser peligroso para la vida, al no poder detectar olor a gas o la ingesta de alimentos en mal estado.

Terminología más común

Alteraciones del olfato:

  • Anosmia: incapacidad para detectar olores
  • Hiposmia: disminución de la capacidad de detectar olores
  • Disosmia: incluye cualquier otra alteración en el olfato

Alteraciones en el gusto:

  • Ageusia: incapacidad para detectar sabores
  • Hipogeusia: disminución en la capacidad para detectar sabores
  • Disgeusia: cambio o alteración en la percepción de los sabores

 

Anatomía y fisiología del olfato

alteraciones del olfato otorrino madridLa sensación olfativa se inicia cuando las sustancias químicas disueltas en el aire que respiramos alcanzan la parte superior de las fosas nasales, donde estimulan los receptores o neuronas olfatorias ubicados en la mucosa, generando un estímulo eléctrico que viaja por la vía olfatoria hasta la corteza cerebral, y hasta el sistema límbico, el cual condiciona las respuestas fisiológicas frente a los estímulos olfativos, tales como el hambre, los instintos sexuales, la memoria involuntaria o determinadas emociones.

La intensidad de la estimulación dependerá de la cantidad de sustancias odoríferas presentes en el aire, y la composición química de éstas provocará que se estimulen unos receptores u otros, desencadenando distintas sensaciones olorosas.

Se estima que somos capaces de detectar hasta 10.000 olores diferentes, aunque existen grandes diferencias entre unas personas y otras.

Los olores se clasifican en seis categorías diferentes:

  • Olores frutales (naranja, limón, piña, plátano…)
  • Olores florares (rosa, lavanda, jazmín…)
  • Olores resinosos (eucaliptus, pino, madera …)
  • Olores especiados (canela, clavo, vainilla…)
  • Olor a quemado o ahumado (humo, palomitas de maíz…)
  • Olor descompuesto o a podrido

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¿Por qué perdemos el gusto cuando perdemos el olfato?

La percepción de un sabor es una experiencia sensorial compleja que en la que entran en juego no sólo el sentido del gusto, sino también el olfato, el tacto e incluso la vista.

Cuando comemos o bebemos percibimos el olor por dos vías diferentes, la vía externa ambiental (vía nasal anterior) y a través de la boca y la nasofaringe (vía retronasal). Los estudios científicos han demostrado que los olores son percibidos de forma diferente según la vía por la que alcanzan los receptores. Se sabe además que la vía retronasal juega un rol importante en la capacidad de identificar sabores y probablemente refleja el papel evolutivo del sentido del olfato en el ser humano.

El aroma de los alimentos es el factor más importante contribuyente a la identificación de sabores y es muy frecuente que los pacientes identifiquen erróneamente la disfunción olfativa como un problema del gusto.

 

¿Cuáles son las causas de las alteraciones del olfato?

La mayoría de los pacientes que consultan por una alteración en el olfato lo hacen por hiposmia o disosmia, siendo menos común la pérdida total del olfato (anosmia).

Dentro de las causas más comunes de estas alteraciones se incluyen:

  • Enfermedades en las fosas nasales y senos paranasales: en este grupo se incluyen las rinosinusitis con y sin pólipos y la rinitis alérgica. En estos casos la alteración en el olfato es debido a la inflamación de la mucosa.

Otra causa más rara sería la presencia de un neuroblastoma, que es una tumoración maligna originada en el epitelio olfatorio.

  • Infecciones y estado post infección: en el contexto de una infección respiratoria superior aguda, la aparición de una hiposmia o anosmia temporal es muy común debido a los efectos de dicho proceso en la mucosa nasal, y en la mayoría de los pacientes esta disfunción del olfato se acaba recuperando.

Sin embargo, las infecciones virales de la vía aérea superior pueden también causar un daño en el sistema de receptores olfatorios periféricos o incluso en el sistema de transmisión neuronal a nivel central, por lo que en un 6 a un 13% de los pacientes la alteración en el olfato puede permanecer tras resolverse el cuadro infeccioso.

En la COVID-19, las alteraciones del olfato y del gusto constituyen el principal síntoma neurológico, e incluso pueden constituir la única manifestación de la enfermedad hasta en el 60% de los casos. Se sabe que estos síntomas tienen un inicio súbito tras un periodo de 2 a 14 días tras la exposición al virus.

Una investigación liderada por un equipo de neurocientíficos de la Facultad de Medicina de Harvard (EE.UU.) y presentada por la revista Science Advances acaba de concluir que la anosmia asociada a la COVID-19 se debe a que  el virus infecta un tipo de células nerviosas en la cavidad nasal que no son neuronas sino células de soporte (células gliales), lo que implica que en la mayoría de los casos sea poco probable que la infección por SARS-CoV-2 dañe permanentemente los circuitos neuronales olfativos y conduzca a una anosmia persistente.

  • Postraumática: Los traumatismos craneales son una causa común de alteraciones en el olfato. Estas pueden presentarse incluso en traumatismos leves, aunque existe una alta correlación entre la severidad del trauma y la severidad de la afectación del olfato.

La recuperación del olfato habitualmente tiene lugar durante los primeros meses tras la aparición de los síntomas, siendo las probabilidades de mejoría escasas tras el transcurso de un año.

Dentro de los mecanismos por los que un trauma puede producir alteración en el olfato se encuentran:

    • Fracturas nasales
    • Desviaciones septales
    • Edema y hemorragia de la mucosa nasal
    • Cirugías septales o sinusales, por obstrucción mecánica o daño del neuroepitelio olfatorio
    • Disrupción de los primeros axones olfatorios en su paso hacia la base de cráneo
    • Contusión o destrucción del bulbo olfatorio
    • Contusión o destrucción de la corteza olfatoria

 

  • Otras alteraciones del sistema nervioso central: existen algunas condiciones como las enfermedades neurodegenerativas (Enfermedad de Alzheimer, Enfermedad de Parkinson) o los ictus (isquémicos o hemorrágicos) que pueden afectar a los centros olfatorios cerebrales.
  • Exposición a químicos, toxinas y metales: el contacto, generalmente en el ámbito laboral, con sustancias como vapor de metacrilato, amoniaco, formaldehido o ácido sulfúrico, entre otras, se sabe que puede producir alteraciones en el olfato.
  • Medicamentos y drogas: algunos medicamentos pueden causar disfunción del olfato, pero en menor medida de lo que afectan al gusto. Dentro de los más comunes se incluyen algunos antihipertensivos como los betabloqueantes, los antagonistas del calcio y los IECAS.

El uso de cocaína intranasal puede generar daños tanto a nivel del neuroepitelio olfatorio de la mucosa nasal como a nivel del sistema de transmisión central.

  • Tabaco: fumar tabaco puede generar alteraciones en el olfato, generalmente reversibles tras abandonar el hábito tabáquico.
  • Alteraciones en el sistema endocrino: enfermedades como el hipotiroidismo o la diabetes mellitus también pueden asociarse con alteración en el olfato.

 

¿Cómo se hace el diagnóstico de las alteraciones del olfato?

El primer paso para el diagnóstico de cualquier déficit en el olfato es realizar una historia clínica y una exploración física lo más completa posible. Se preguntará al paciente por infecciones respiratorias, traumatismos craneofaciales previos, antecedentes quirúrgicos, exposición a químicos, uso de medicamentos o drogas, etc.

En Altiorem le realizaremos una rinoscopia, una faringoscopia y una fibroscopia

De forma complementaria se suelen solicitar también pruebas de imagen, como una tomografía computarizada o TC de senos paranasales o una resonancia magnética o RM craneal.

 

¿Cómo se mide la capacidad olfativa?

En la actualidad contamos con diferentes tipos de test del olfato.

Por un lado, disponemos de cuestionarios que nos permitente valorar el umbral olfativo y por otro lado, realizamos test de identificación de olores, que nos permiten valorar y cuantificar la alteración del olfato de la manera más objetiva posible.

Dentro de los primeros, en Altiorem utilizamos los siguientes:

Los test de identificación de olores más conocidos son:

  • Test de olfato de Connecticut o CCCRC (Connecticut Chemosensory Clinical Research Center)
  • Test de identificación de olores de la Universidad de Pensilvania o UPSIT (University of Pennsylvania Smell Identification Test o Pocket Smell Identification Test
  • Test del olfato Burghart® o Sniffin’ Sticks test, que es el que utilizamos en Altiorem.

Cómo se mide la capacidad olfativa

 

¿Cuál es el tratamiento de las alteraciones del olfato?

El tratamiento de la alteración del olfato dependerá principalmente de la causa que la haya originado.

Al ser las afecciones de las fosas nasales y senos paranasales las principales causas de alteración en el olfato, el tratamiento de la obstrucción y la infección en caso de que le haya mejorará la disfunción olfatoria.

Los corticoides sistémicos son efectivos para reducir el edema de la mucosa nasal. Sin embargo, su uso prolongado se asocia a una amplia gama de efectos adversos, por lo que se recomienda su uso en ciclos cortos, y para disminuir la recurrencia del síntoma se pueden asociar corticoides tópicos durante períodos más prolongados.

En la actualidad no hay evidencia de ningún tratamiento farmacológico eficaz para las hiposmias/anosmia post virales ni secundarias a traumatismos craneoencefálicos.  Sin embargo, dada la capacidad regenerativa de las neuronas olfatorias, es esperable que algunos casos mejoren espontáneamente con el tiempo.

La rehabilitación olfatoria puede ayudar a regenerar las células neurosensoriales olfatorias y a recuperar más rápidamente el olfato, mejorando la sensibilidad olfativa en un 30% de los casos, como demuestran múltiples estudios.  Además, se ha demostrado que la rehabilitación mejora el estado de ánimo y los síntomas depresivos asociados a los trastornos olfatorios, e incluso la función cognitiva en pacientes con Enfermedad de Parkinson.

Esto ha llevado a desarrollar distintas técnicas de entrenamiento del olfato. El método más conocido, y el que utilizamos en Altiorem es el descrito por el profesor Thomas Hummel, de la Universidad de Dresde, en 2009. Se basa en estimular el olfato con cuatro olores, cada uno pertenecientes a una de las categorías básicas, habiéndose demostrado como los más eficaces la rosa, el limón, el clavo y el eucaliptus. Se recomienda al paciente que huela estas fragancias dos veces al día, al menos 20 segundos cada una de ellas y durante doce semanas.

 

¿Puede la cirugía mejorar las alteraciones del olfato?

La cirugía endoscópica nasosinusal (CENS) es especialmente eficaz para mejorar síntomas como la obstrucción nasal, la mucosidad o el dolor o presión facial, pero en cuanto al olfato los resultados son más variables. En este sentido, los pacientes que mejoran más con la cirugía son los que presentan rinosinusitis crónica con pólipos, aunque tras la intervención quirúrgica deberán mantener tratamiento médico a largo plazo para evitar o retrasar todo lo posible la recaída.